Al Dr. Carlos Ferrufino, in memoriam...
Cada día, cada hora, cada minuto
se cierra el círculo de la vida,
que sin embargo sigue su marcha cantando.
Ha llegado la hora del crepúsculo,
del otoño, del invierno, del fin del ciclo,
y me sigue implacable la culpa
de haber pedido a mi padre
(hace treinta y tantos años)
que ya no me diera noticias de
amigos que perdía en las aguas de la Estigia.
Ahora llegó mi turno...
Cada día, cada hora, cada minuto,
un nuevo nombre se suma a la lista.
Y yo, que tengo miedo de escuchar un reproche,
tengo solo que tragarme mi amargura.
Y tuvo que ser precisamente hoy,
hoy que he pasado todo el día rumiando la tristeza
de haber perdido hace treinta años un pedazo del alma
con la partida de Pedrito,
que me entero de la pérdida de otro pedazo de mi alma
con la partida de Carlitos...
La verdad, ya me empieza a alegrar la idea
de quedarme pronto con mi muerte a solas...