Sunday, May 07, 2017

UNA EXPERIENCIA

                       Sólo recuerdo que lloré y maldije,
                        y que en aquella noche envejecí...

                                                  G.A. Becquer

Cuando te vi en la distancia que venías con otro de la mano, sentí que mi cielo y mi tierra se juntaban. Por fracciones de segundos pedí a Dios que no fueras tú, que estuviera equivocado. Yo no estaba preparado para soportar un dolor tan inmenso como el de verte alegre y que no fuera yo el que provocara esa alegría, pero no... 

Dios no me oyó, eras tú la que caminaba feliz de otro brazo. Cuando advertiste mi presencia quizás habrás sentido alegría, quizás habrás sentido tristeza, quizás habrás sentido compasión, quizás habrás sentido remordimiento, o quizás no habrás sentido nada. Lo peor del caso es que venían exactamente hacia donde yo estaba, a la misma estación de buses del Parque Infantil de San Salvador, porque allí se detenían las dos rutas, la que me llevaba a mí a mi casa, y la que te llevaba a ti a la tuya. 

Poco a poco sus pasos los escuchaba más cercanos, aquel eco barrenaba mis oídos y aniquilaba mi cerebro a puntos infinitamente inimaginables...sólo la semana anterior habíamos terminado...yo te amaba todavía... Había llegado al sitio donde me citaba contigo con la ilusión de recrear nuestros momentos de felicidad y ver tu silueta flotando en el éter, tu imagen intangible, llegaba a alimentar el alma con los efluvios de tu visión momentáneamente perdida, pero no, la ilusión dio paso a la realidad...allí estabas tú, habías llegado en persona...pero con otro. 

No pude explicarme entonces y no puedo explicarme ahora, cómo no explotó mi corazón en mil pedazos ante aquel cuadro que resumía la idea del dolor sin nombre. Entonces le pedí a Dios sólo un milagro: que pasara primero tu bus para verlos más de cerca, para verte la cara de virgen tornada en llama que achicharraba mis sentidos. Cuánto tiempo pasó nunca lo supe. 

Se dio el milagro, tu bus pasó primero y fue a detenerse justo donde yo me encontraba en mi burbuja de gritos infernales. Recuerdo que pasaste a mi lado y me dijiste adiós con un gesto de tu mano...yo no sé si te correspondí el adiós, solo sé que percibí tu imagen a años luz de donde yo estaba. Mi garganta tragaba plomo derretido y no saliva. 

Yo me preciaba de no saber lo que era llorar por una mujer que me dejara por otro. Pero cuando pasó mi bus iba vacío, y me fui directo al último asiento, a derramar el llanto más amargo que en mi joven vida había derramado...