Monday, November 28, 2011

ULTIMO RESPIRO

A mi amiga nancy Peugh, en el día de su partida...

Se fue con la misma simpleza
con la que llegó al mundo,
sin muchos aspavientos
sin conversaciones fatuas
sin esperar mucho del hado
(mucho menos el cáncer
que la esperaba a ella.)

Un día la conocí y pareció reírse
reírse de la vida, que reía para otros,
reírse del destino, que le tendió una trampa,
reírse de unos labios que nunca la besaron...

Eso sí, lloró mucho,
lloró por los amores que nunca la abrigaron,
lloró por las tragedias que halló por el camino
lloró por la comedia de esta vida sin gracia.

Para Nancy el tiempo no importaba
sentada a la mesa de la vida
la desesperó la tardanza de la huída
y cuando llegó la muerte
sintió quitarse un gran peso de encima.

La última vez que la vi me dijo altiva:
"Mañana moriré", con la mirada.
Me demostró un adiós sin compromiso
un "hasta siempre" sin ostentaciones,
un "ya no te veré más" sin voz y sin palabras,
un "hasta nunca, amigo" sin marcas en los labios,
los que nunca besaron,
los que siempre sonrieron,
los que ahora están yertos,
los que ahora están muertos...

Tuesday, November 08, 2011

LA INFIDELIDAD

¿Quién de los dos fue más infiel?
nunca jamás intentaremos definirlo.
La verdad es que la tarde se fue sórdida y fría,
cruel, si se quiere, porque tuvo un fin.
Allá en aquella cama
de aquel rincón tan nuestro,
quedaron mis energías sin lágrimas,
mis sudores sin vergüenza,
mis tristezas sin límite,
mis preguntas de siempre...

¿Por qué te rendiste a mis mentiras?
¿Por qué el deseo de vivir una aventura cualquiera?
¡Por qué esta mi maldita manía de enamorarme!

Unos labios abiertos, unos ojos cerrados,
la música de fondo, tus gemindos, mi morbo,
y mi placer urgando por todos tus caminos. 

Una locura enorme que nos estremecía.

(Por qué no nos morimos juntos aquella tarde
en vez de ser la tarde la que se despidiera...)


Epílogo:

Yo no entenderé nunca por qué llegué a tu casa 

la noche de ese día a hablar con tu marido.
Gracias por el café que me ofreciste,
viniendo de tus manos tuvo sabor a cielo.
Pero he de confesarte que el beso que le diste
muy a pesar de todo, me hizo morir de celos.