Mis poemas son hijos del tiempo y de la angustia
y de la esperanza real e imaginaria.
Os presento mis hijos al desnudo,
para que los gocéis de noche y día,
no para que los rumiéis cuando sean polvo.
Aquí van mis amarguras y mis dulzuras
envueltas en oro y hojalata,
para que los destruyan ojos turbios
o para que los amen ojos dulces.
Aquí los peces de ríos fétidos
aquí las rosas de jardines encantados.
Aquí estrellas de todos los niveles
aquí camándulas y frentes moribundas.
Aquí el placer y el dolor se funden
en fiebre de trencitos de madera,
para que arrullen penas infinitas,
para que consuelen alas tristes
para que sequen lágrimas amargas
lloradas en silencio...
San Rafael, CA Mayo 17, 2006
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